sábado, 27 de abril de 2013

La estética como epigénesis de la razón moral (bosquejos)


[por razón moral en realidad pienso en cuerpo doctrinal, en el sentido de conjunto de axiomas que subyace a la construcción de un cuerpo desarrollado por la lógica pero no reducible a esta. De hecho, la lógica también puede entenderse como un mecanismo epigenético sobre un conjunto de axiomas (quizás en el sentido de mayor complejidad, mayor 'fertilidad' en el sentido de Rorty y de sistemas de vida artificial).]

Es recurrente la sensación de que el pensamiento ético y moral-político se ha estetizado… pero cómo puede emerger un movimiento moral con conocimiento de causa, de los movimientos incompletos de la acción estética? Por un lado está la noción de condiciones de frontera espaciales asociada a los sistemas fuera del equilibrio (y quizás con frustración) que conecta el orden local con las condiciones de frontera (topología, etc.). Por otro lado esta el paradigma biológico que quizás puede incorporarse como condición de frontera temporal. Este último paradigma articula la especialización de las células que conforman tejidos, similar a como la estética forma perfiles éticos o morales, con un orden global que tiene origen en la célula primera, el embrión. Al otro lado de la metáfora el embrión puede ser el filósofo moral, los sabios, el presidente como figura meta-parlamentaria... pero sobre todo el 'corpus doctrinario': los libros sagrados (la biblia, el corán, magnum opus, los clásicos (Ulises, la capilla Sixtina (?), La divina comedia [1]), etc.  Una vez escrita esta 'obra embrión', que es completa pero a la vez es simulación de la completes que solo será 'original' una vez desarrollado, una vez madurado. Para desarrollarse debe activar mecanismos epigenéticos: es allí donde la estética y la 'liturgia' (entre otros) se ofrecen como epigénesis del lenguaje racional.

Esa integralidad, esa completes racional y metabólica es la que a menudo ubico en el 'genio' de la alta modernidad y también ubico en la provincia, el suburbio (ver p.e. Perspectivas provinciales 1a Parte). La provincia como lugar donde se gestan integralidades que han de ser desarrolladas epigenéticamente en las ciudades. Pensar en George Washington, hombre integral, "renacentista", arquitecto, filósofo moral (?), padre de la nación. Pienso en algunos CEO que responden al perfil de hombres de suburbio de conocimiento integral y equilibrio moral, muy asociado a la vivencia integral de la vida del campo (aunque quizás exista una encarnación urbana a la vida rural, una toma de distancia de los ritmos frenéticos de la urbe); ellos simbolizan una unidad de sentido que es distribuida (con variada eficiencia) en cascada por la pirámide de mando de la corporación.

De hecho, ese contraste entre sujeto racional-integral de la provincia y el estético-parcial de la gran ciudad puede ofrecer una explicación parcial al surgimiento del liberalismo como filosofía política de la gran ciudad: el minimalismo como espacio de coexistencia de "irracionalidades".

[1] Quizás haya que distinguir mejor entre obra fundacional y obra cumbre, en cuyo caso habría que descartar algunas de las citadas.

PD.  Nota(n) personal: desarrollar mejor esta idea con los textos de Ranciere al respecto.

El orden diacrónico como conjugado del orden sincrónico (bosquejos)


Procesos de afinidad fenotípica y genotípica interpretados como afinidad ahistórica e histórica, respectivamente. La afinidad ahistórica se configura en el espacio social mientras que la histórica en el tiempo social. Estas dos 'dimensiones' (en realidad, diferentes espacios con relación de dualidad) están presentes en diferentes ámbitos: biología eco-evolutiva, teología (hermeneutica) [1], epistemología (fenomenología vs. objetivismo), historicismo vs. determinismo histórico, política vs. antipolítica, etc.

El quién escribe, el qué escribe, el cómo se lee: la autoridad del origen, la autoridad autocontenida de la lógica, la autoridad pragmática del empirismo, respectivamente. Esta última se caracteriza por la noción de localismo temporal del lector, que se convierte en un interprete legítimo ante el cambio de tiempo y/o posición. El pragmatismo es subjetivo cuando se proyecta hacia un localismo espacial y temporal [2], pero existen soluciones parciales que combinan subjetivismo y objetivismo en diferentes dimensiones. A su vez cada localismo se subdivide en escalas de temporalidad y territorialidad. Aquí vale la pena enfatizar el valor de uso de variables físicas y sus conjugados (posición-momento, tiempo-frequencia, etc.) para describir el espacio-tiempo donde un proceso social está bien definido.  Los conceptos de tiempo y frecuencia en la física deben tener igual protagonismo analítico en la sociología donde sabemos que están asociado a las nociones de tiempo y temporalidad, orden diacrónico y orden sincrónico. Esta dualidad también está presente en el análisis del espacio social, en física se habla de posición y momento, en sociología de posición y territorialización, la condición política y la ontológica.

[1] En que medida el texto sagrado se ha de configurar como lenguaje (política) o adscrito a los antilenguajes (antipolíticas). Utilizo la palabra antilenguaje como sinónimo de conocimiento epistémico y lenguaje como su antítesis; pero vale recordar que el lenguaje en su concepción más amplia suele codificar bajo principio o bajo existencia práctica una antipolítica; de allí la noción de hegemonía, de problematización del centro o eje discursivo. 

Aquí vale hacer referencia a una pregunta que hace Humberto Beck a Leszek Kolakowski (Letras Libres):

"H.B.– Ciertos filósofos contemporáneos, como Gianni Vattimo, reconocen en el cristianismo un relato valioso y efectivo en la medida en que puede inspirar ciertas actitudes deseables, al tiempo que ellos mismos parecen vaciarlo de todo contenido sobrenatural. ¿Es la religión, y en específico el cristianismo, meramente un lenguaje o la constatación de una dimensión real del mundo, del misterio como aspecto constitutivo de la condición humana?

L. K.– Si la gente repitiera algunas normas ancladas en la tradición religiosa pero, por haber perdido la sensación de realidad de esta tradición, sólo las conservara como façon de parler, entonces no las podrían observar con seriedad por siempre. Al estar desconectadas de su origen, tales normas desaparecerían en una generación o dos. La vida religiosa se agotaría si se le redujera a un hábito lingüístico. Si repetimos “No matarás” al tiempo que olvidamos que es parte de un decálogo, tendríamos que buscar otra respuesta cuando se nos pregunte “¿y por qué no?”, y no habría jamás certeza en esa respuesta. Es por esto que no debemos esperar que el contenido normativo del cristianismo se preserve puramente como un hábito del lenguaje y que esas normas sigan funcionando."

[2] ¿Cómo se interpreta el localismo en los espacios duales de territorialización y temporalidad? ¿Qué antagonismos filosóficos del tipo local vs. global se configuran alrededor de estos últimos?