sábado, 27 de abril de 2013

El orden diacrónico como conjugado del orden sincrónico (bosquejos)


Procesos de afinidad fenotípica y genotípica interpretados como afinidad ahistórica e histórica, respectivamente. La afinidad ahistórica se configura en el espacio social mientras que la histórica en el tiempo social. Estas dos 'dimensiones' (en realidad, diferentes espacios con relación de dualidad) están presentes en diferentes ámbitos: biología eco-evolutiva, teología (hermeneutica) [1], epistemología (fenomenología vs. objetivismo), historicismo vs. determinismo histórico, política vs. antipolítica, etc.

El quién escribe, el qué escribe, el cómo se lee: la autoridad del origen, la autoridad autocontenida de la lógica, la autoridad pragmática del empirismo, respectivamente. Esta última se caracteriza por la noción de localismo temporal del lector, que se convierte en un interprete legítimo ante el cambio de tiempo y/o posición. El pragmatismo es subjetivo cuando se proyecta hacia un localismo espacial y temporal [2], pero existen soluciones parciales que combinan subjetivismo y objetivismo en diferentes dimensiones. A su vez cada localismo se subdivide en escalas de temporalidad y territorialidad. Aquí vale la pena enfatizar el valor de uso de variables físicas y sus conjugados (posición-momento, tiempo-frequencia, etc.) para describir el espacio-tiempo donde un proceso social está bien definido.  Los conceptos de tiempo y frecuencia en la física deben tener igual protagonismo analítico en la sociología donde sabemos que están asociado a las nociones de tiempo y temporalidad, orden diacrónico y orden sincrónico. Esta dualidad también está presente en el análisis del espacio social, en física se habla de posición y momento, en sociología de posición y territorialización, la condición política y la ontológica.

[1] En que medida el texto sagrado se ha de configurar como lenguaje (política) o adscrito a los antilenguajes (antipolíticas). Utilizo la palabra antilenguaje como sinónimo de conocimiento epistémico y lenguaje como su antítesis; pero vale recordar que el lenguaje en su concepción más amplia suele codificar bajo principio o bajo existencia práctica una antipolítica; de allí la noción de hegemonía, de problematización del centro o eje discursivo. 

Aquí vale hacer referencia a una pregunta que hace Humberto Beck a Leszek Kolakowski (Letras Libres):

"H.B.– Ciertos filósofos contemporáneos, como Gianni Vattimo, reconocen en el cristianismo un relato valioso y efectivo en la medida en que puede inspirar ciertas actitudes deseables, al tiempo que ellos mismos parecen vaciarlo de todo contenido sobrenatural. ¿Es la religión, y en específico el cristianismo, meramente un lenguaje o la constatación de una dimensión real del mundo, del misterio como aspecto constitutivo de la condición humana?

L. K.– Si la gente repitiera algunas normas ancladas en la tradición religiosa pero, por haber perdido la sensación de realidad de esta tradición, sólo las conservara como façon de parler, entonces no las podrían observar con seriedad por siempre. Al estar desconectadas de su origen, tales normas desaparecerían en una generación o dos. La vida religiosa se agotaría si se le redujera a un hábito lingüístico. Si repetimos “No matarás” al tiempo que olvidamos que es parte de un decálogo, tendríamos que buscar otra respuesta cuando se nos pregunte “¿y por qué no?”, y no habría jamás certeza en esa respuesta. Es por esto que no debemos esperar que el contenido normativo del cristianismo se preserve puramente como un hábito del lenguaje y que esas normas sigan funcionando."

[2] ¿Cómo se interpreta el localismo en los espacios duales de territorialización y temporalidad? ¿Qué antagonismos filosóficos del tipo local vs. global se configuran alrededor de estos últimos?

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