sábado, 31 de agosto de 2013

Juego de espejos


¿Cómo puede ser el (la) hombre (mujer) masculino (femenina) si lo que desea es femenino (masculino)?  ¿Será ley ser lo opuesto de lo deseado? ¿Cómo pues entender el deseo por la igualdad? ¿Será que existen dos formas del deseo?  ¿Si es así, dónde está la línea –pues ya las mitocondrias nos advierten que hay un punto donde somos lo que comemos–?  Quizás la clave sea entender el deseo como movimiento progresivo, como la voluntad de muerte que da origen a la vida.  Pero no hablo de la muerte gratuita que no es muerte de nada, porque para morir hay que crear un cuerpo viviente, una memoria.

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