jueves, 5 de septiembre de 2013

La banalidad de la conciencia (2a parte)

Lo que entendemos como realidad podría dividirse en dos categorías: i) la realidad representable o simulable y ii) la realidad no representable: lo inmanente, lo no simulable.  La glándula pineal sería la glándula que controla tan solo una faceta de la realidad: la percepción del espacio-tiempo.  ¿A que categoría pertenece esta faceta? Aquí vale notar el grado de independencia de ambas categorías, al menos es lo que sugiere el hecho desconcertante de que en experiencias de espacio-tiempo "enrarecido", como durante el sueño o la alucinación, la realidad del lenguaje "común" (el discreto, el del álgebra, el de las palabras) persiste, no se diluye; por ello la estructura del sueño es lingüistica a pesar de que la percepción del continuo –espacio-tiempo– no parece estar bien definida (quizás J. Lacan tenga algo que decir al respecto) [1].  Digo que la percepción del continuo no está bien definida pero no del todo, al menos, es lo que suguiere el hecho de que los "pacientes" hablen de una percepción del tiempo dilatada (o contraída).  Aunque estas percepciones no son precisas llevan a una aparente paradoja: ¿cómo se puede tener una percepción (homogénea) del tiempo si el reloj interno se torna en sí mismo dinámico?  Probablemente deben existir otros mecanismos para estimar el tiempo, no sólo los de la glándula pineal; esto explicaría porqué algunos pacientes hablan de estas experiencias como transcurriendo en "miles de años".  Probablemente, uno de estos mecanismos sea la experiencia misma del lenguaje.

"I am coming more and more to the conviction that the necessity of our geometry cannot be demonstrated, at least neither by, nor for, the human intellect. . . Geometry should be ranked, not with arithmetic, which is purely aprioristic, but with mechanics."  Jan J. Koenderink (1990)

Es paradójico que la categoría de lo inmanente pueda catalogarse como realidad cuando esta última es entendida como percepción común desde diferentes experiencias individuales.  La confirmación de una percepción común requiere de comunicación, luego de un lenguaje, una representación o simulación de lo percibido.  Quizás la categoría de lo inmanente como experiencia de realidad sea pues imposible por definición, sin embargo, cabe concebir estadios intermedios entre lo representable y lo inmanente; a manera de métrica, lo computable estaría asociado a una noción de lo local y lo incomputable a una noción de lo no local; si el mundo nos parece computable es porque no hemos incluido suficientes puntos de vista (?).

"The Unreasonable Effectiveness of Mathematics in the Natural Sciences" E. P. Wigner, Comm. Pure  Appl. Math. (1960)

Un lugar interesante pues es la transición entre el lenguaje y lo inmanente, lo representable y lo no representable [2].  La noción de representación juega un papel casi fundamental en la "epistemología" clásica de la matemática, de hecho podríamos decir, que marca la frontera entre matemática y empirismo.

"I have tried to avoid long numerical computations, thereby following Riemann's postulate that proofs should be given through ideas and not voluminous computation."  David Hilbert

El método científico aunque no ha resuelto el problema de la relación entre matemática y empirismo, ha desarrollado cierta diplomacia pragmática entre ambos mundos.  La comunidad matemática, con el desarrollo del ordenador, ha empezado a interesarse por estudios empíricos [3].

"When we talk mathematics, we may be discussing a secondary language built on the primary language of the nervous system."  John Von Neumann
Adenda: La epifanía no es algo que viene de la nada; sería un cómputo inconsciente que se alimenta de información que percibimos del mundo exterior –incluyendo el aprendizaje–.  ¿Qué detona su precipitación al plano de la consciencia?  ¿Tiene el inconsciente un criterio de completez, un criterio de significado, que permita saber cuando un cómputo está listo para emerger al plano consciente? Cuando un artista o un científico decide publicar su obra, lo hace respondiendo a un juicio relativamente complejo donde un sentido de relativa innovación y completez, entre otros, son satisfechos.


[1] Podríamos aventurarnos a decir que la estructura del espacio-tiempo "enrarecido", más que estar "no bien definida", posee un orden dual, utilizando como metáfora la mecánica cuántica, donde existe un orden (campo) clásico y cuántico. En incluso podríamos pensar que cuando el lenguaje entra en contacto con este nuevo orden del espacio-tiempo se desarrolla todo un ecosistema similar al existente entre el lenguaje y espacio-tiempo clásico, el que percibimos normalmente.  Y ya entrados en gastos, por qué no, pensar en que la experiencia del continuo, i.e. del espacio-tiempo clásico, se transforma en lenguaje y lo que otrora era lenguaje (información discreta) ahora se convierte en continuo.  Así, los significados que tienen origen en el lenguje se transformarían en percepciones del espacio-tiempo clásico.

[2] Vale diferenciar lo replicable de lo "paralelo".  Utilizando como metáfora la mecánica cuántica, allí podemos ver la noción de imposibilidad de clonación (completa) de información cuántica, lo cual no imposibilita la reproducción paralela de la misma información, especie de imposibilidad de la "multiplicación" a posteriori y posiblidad de la "multiplicación" apriori.

[3] Lo que a veces llamo postmodernismo analítico o también se habla de neoplatonismo moderno o contemporáneo.  Por ejemplo el trabajo de Gregory Chaitin (enlace a una entrevista), o de Von Neumann, Deleuze, Stephen Wolfram, Gregory Bateson, The Third Culture Movement (e.g. Brian Goodwin), etc.

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