Podemos leer diferente. En la estrategia reformista el lector abre, estira, deforma. Pero siempre conjurando al fetiche. Podemos escribir algo nuevo. En la estrategia revolucionaria el lector aisla a su víctima en el espacio y en el tiempo; la recorta, la congela (para destruir la forma hay que congelarla). Bien podemos hablar de procesos internos y externos de cambio respectivamente [1]. También el texto puede tomar la iniciativa al predisponer la respuesta del lector. Puede escribirse abierto como el libro místico (apertura semántica) y el diccionario (apertura gramatical), o cerrado como el libro místico (clausura gramatical) y el diccionario (clausura semántica).
[1] Acaso la virtualización pueda entenderse como la conquista del reformismo sobre la revolución.
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